
y que sus últimas palabras fueron mudas,
y que por su mente pasaban mil imágenes,
mientras corrían lágrimas por sus mejillas
por la impotencia de no poder cumplir sus sueños.
Y sentir el temblor de su cuerpo inútil,
en mis tibias y muy deprimidas manos,
manteniendo la mirada fija hacia Dios,
rogando por un poco de compasión.
Una despedida sin quererse realizar.
3 comentarios:
Publicar un comentario